Bienvenidos al mundo del REconocimiento

Bienvenidos al mundo del REconocimiento
Siembra en el rojo atardecer

lunes, 10 de septiembre de 2007

Descendiendo

Descendiendo entre contorsiones de colores,
cuales hilos de humaredas sinuosas,
aún no encuentro la gracia de bajar desde el muro,
antes de saltar era tinieblas y esperanza,
después de hacerlo, el vacío y ... nada más.

Tanto quise mis metas que no me fijé en el después.
mi cabeza se enreda en rutinarios cálculos, distrayéndose,
evadiendo el sin sentido del futuro,
ignorando el fondo del abismo.

Al otro lado del muro del sol no había flores,
sólo profundidades, sólo abismo.

Me pierdo y pierdo la vista,
no distingo lo sutil de lo importante,
lo alegre de lo triste,
todo pierde su relieve, todo cae.

Piezas de rompecabezas mal puestas que se desmoronan,
no hay roca, refugio o puente,
sólo dibujos de pequeños cartoncitos.
que nada son si no hay imagen.


Desciendo, en lenta gravedad, desciendo,
sin deternerme, un centímetro por día caigo.

Sin deternerme, desciendo,
lo que ayer veía, hoy desapareció de la ventana,
debo alzarme en puntas para verlo,
y cada vez más me canso.

Un centímetro,
un centímetro por día bajo,
un centímetro menos de horizonte,
de alegría, de entusiasmo.

Desciendo...

lunes, 11 de junio de 2007

DESPUES DE LA PAUSA

Reconozco mi nombre,
no ha cambiado a pesar de mis vanos intentos.

Reconozco unos ojos, cada vez más manchados
por mi porfía de no protegerlos.

Reconozco un cabello, a veces;
una profesión cuando no estoy cansada
y un país cuando paso cerca del noticiario
lo que rara vez ocurre.

Y eso es todo.

No reconozco estas manos,
estos dolores de espalda tampoco los tenía,
no recuerdo que mi cuerpo no me acompañara
tanto estética como aeróbicamente.

No recuerdo que tuviera tantos años ni tantos kilos,
ni tantas expresiones repetidas y poco originales.

En el espejo hay alguien que quiero conocer,
a pesar de toda su novedad me cae simpática,
sonríe al unísono y se acerca cuando lo hago,
pero, uf, esos dientes tampoco los recuerdo.

Ah, sí, recuerdo a una dentista con alma
de torturadora, lo que no me acuerdo es cuando
la ví por última vez, o si está viva.

Recuerdo un padre y una madre,
ellos aún están, no sé por cuanto más.

No recuerdo estos hijos y esta casa,
este hombre sólo a ratos,
esta gata no es la mía,
esta ciudad no me conoce,
hay demasiadas novedadea abrumadoras
que han surgido en esta pausa de consciencia.

¿Dónde está el sueño de la perfección consciente?
¿Dónde está el desgarro adolescente que quemaba?
¿Dónde está la furia incontenible en la injusticia?
¿Dónde está el sacrificio personal medioambientalista?

No recuerdo estas manos tan torpes,
ni esta falta de energía,
ni esta desidia post trasnoche.

No es que la novedad no me parezca,
hay cosas interesantes en todo esto,
lo que no recuerdo es los pasos,
me parece que hay un ascensor entre peldaños.

¿Mozart podrá volver a estar en mis manos?
¿Munch podrá retomar mis fantasías?
¿Hesse podrá liderar aún mis búsquedas?

Vitrales, vitrales, vitrales,
ahí me quedé según calculo.

Hay capítulos pendientes,
Hay historias inconclusas.
Hay caminos que coronar
y otros por desandar.

Recuerdo un vivir para después
un sembrar para cosechar,
Pero no recuerdo la cosecha,
sólo veo semillas y semillas,
y una que otra plantita que cuidar,
si es que puedo dejar de semillar.

Reconozco esta sensación de incompleto,
me había olvidado o anestesiado,
reconozco esta inconformidad agradecida:

¡Quiero, amo, agradezco, pero quiero más!
Enredos aún.


Oscuro,
oscuro se ve al fondo de la madeja.
A través de ella, hilos de luces sin forma.
Por dentro sólo pelusa y pelusa que ahoga.

Un color está formado por fibras torcidas de otros,
blanco, amarillo, rojo y naranja
es el color piel,
pero nunca la hubo en tal combinación,
sólo ilusión.

Cuando pequeña, pintaba las patatas marrones,
y los cerros también, marrones,
hasta que me di cuenta que las papas son rosa
y las montañas violeta claro,
entonces cambié, pero me criticaron
por equivocarme de colores, ¡qué descaro!.

Creo que las dueñas de las quejas
miraban las fibras y yo el color,
se ahogaban en pelusas mientras yo
visumbraba los espacios luminosos,
aún lo hago y entonces dudo,
de si estoy aún al fondo de la madeja,
pues de haber salido vería color,
y sólo veo rendijas.

En realidad, creo que la piel es marrón,
eso es lo que dice mi computadora.

lunes, 30 de abril de 2007

Inicios

Hay una página en que sale un mensaje escrito por Facundo Cabral, muy querido por mí y presentado a mi persona por Miguel Angel, mi tío. Se llama, "no estás deprimido, sino distraido" Pueden buscarla con estas palabras claves si les interesa. Yo por mi parte continúo la búsqueda, si no publico nada es porque no he encontrado más que madejas enredadas. A lo que se vaya despegando les voy contando, por lo pronto, estoy tratando de distraerme menos.